En el campo no basta con criar… hay que cuidar lo que uno tiene. Primero que nada: controla quién entra a tu granja. Aquí no entra cualquiera. El que no pasa por protocolos de bioseguridad, no pisa el suelo. Un descuido, una visita sin control, y en cuestión de días tienes un brote que te tumba semanas de trabajo. Así de caro sale no respetar las reglas.
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