Una vaca, que pastaba cerca de un árbol, vio caer un pájaro bebé al suelo. También observó cómo un zorro se acercaba sigilosamente, con toda la intención de devorarlo. Como todas las vacas tienen algo de instinto maternal, la vaca de esta historia defecó encima del pajarito. Así, pensó ella, el zorro no lo vería ni lo olería. El pajarito, en cambio, molesto por haber recibido aquella descarga, empezó a piar, sorprendido y enojado. El zorro lo escuchó, lo sacó del excremento, lo llevó al río para limpiarlo… y se lo comió. La fábula termina con esta advertencia: “No todos los que te cubren de caca son tus enemigos, no todos los que te sacan de ella son tus amigos”.
Para mí, esta anécdota es perfecta para el estratega. La fortuna y la
mala suerte pueden ser a veces una cuestión de perspectiva, y antes de
reaccionar ante una situación hay que analizar si, en vez de una desgracia, no
estamos ante una oportunidad.
Así como nuestros antepasados han aprendido tanto de las vacas con tan
solo observarlas, nosotros debemos aprender a contemplar nuestro entorno antes
de actuar… y no está de más, si se me permite el comentario, aprender a hacerlo
también con las cualidades de nuestras amigas cuadrúpedas: con paciencia,
gentileza y serenidad.
Otros datos interesantes las vacas tienen una muy buena visión
periférica de casi 360° para detectar la aproximación de cualquier tipo de
depredador. También poseen un buen sentido del oído y son capaces de escuchar
sonidos bastante lejanos, de alta y baja frecuencia, superando la capacidad
auditiva humana. Tres claves para aprender y ser un buen heredero: amor,
humildad y sacrificio.
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