Cuenta la historia sobre un agricultor que constantemente lograba el mejor maíz en su región, año con año era premiado por la calidad de su cosecha y no se daba abasto para producir lo que el mercado le demandaba.
Al ser entrevistado por un periodista sobre las técnicas que utilizaba contestó que su secreto era compartir sus semillas con agricultores vecinos.
Ante esta rara respuesta el periodista se sorprendió y quiso saber más a lo cual el agricultor respondió: “Es muy sencillo, el viento recoge el polen del maíz maduro y lo distribuye de campo en campo, si quiero cultivar buen maíz debo ayudar a mis vecinos a cultivar el mejor maíz posible también…”
Así sucede en nuestras vidas, si queremos vivir de manera significativa debemos ayudar a los demás a enriquecer las suyas porque el valor de una vida se mide en la forma en que toca las vidas de los demás.
Los que eligen trascender y ser felices deben ayudar a otros también a hacerlo incluso antes de hacerlo para si mismos, pues el bienestar individual está ligado al bienestar común como la calidad de los cultivos en campos contiguos.
No importa si lo llamas poder colectivo, polinización cruzada, principio del éxito o que lo creas una ley de la vida, lo que importa es que ninguno de nosotros triunfa de verdad hasta que los que lo rodean lo hacen también…
Recuerda que de nada sirve llegar a la cima si no tienes con quien compartir tu éxito y tus logros.
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