Situación forrajera: apuesta al corto plazo


Uruguay ha perdido más de 400 mil hectáreas de praderas entre 2006 y 2011, a pesar de que en ese período los precios del ganado y de la leche han sido los mejores de la historia. También se han perdido unas 500 mil hectáreas de campo natural.
Eso se ve parcialmente compensado por cultivos forrajeros más cortos, en los que la distancia temporal entre la siembra y la producción de carne y leche es más breve. Así, el área de verdeos cruzó el año pasado las 500 mil hectáreas, un récord histórico.
Tras cubrir más de un millón de hectáreas desde 1994 hasta 2008, el más típico de los mejoramientos forrajeros uruguayos cayó por debajo de esa referencia en 2009. Y sigue bajando.
En 2011 la División de Contralor de Semovientes (Dicose) constató 991 mil hectáreas de praderas, una mínima baja respecto al año anterior (993 mil), pero manteniéndose lejos de las 1,4 millones que había en 2006.
¿Cuál es el motivo por el cual estos mejoramientos que antes eran vistos como una señal de cambio tecnológico y bonanza ganadera estén declinando?
Los productores están eligiendo cada vez más hacer verdeos. Los cultivos forrajeros anuales son una proporción cada vez más importante de los mejoramientos. En cambio la inversión en praderas es en mantenimiento, de un área importante y estable de un millón de hectáreas.
El equilibrio en materia de praderas es total. Se sembraron 280 mil hectáreas tanto en 2010 como en 2011. Siembra constante, área total constante y una persistencia de praderas del orden de los cuatro años. La estabilidad refleja el equilibrio entre precios de carne y leche que son atractivos para invertir y alternativas de alimentación que complementan a las praderas convencionales.
Antes de que otras opciones se difundieran masivamente, el área que se plantaba de praderas iba en crecimiento. A partir de la autorización a exportar ganado en pie en 1991 y la proximidad del estatus de Uruguay como libre de fiebre aftosa, a mediados de los años 90, este tipo de mejoramientos tuvo una gran expansión. Pasó de 200 mil hectáreas sembradas por año a 500 mil a lo largo de los años 90, lo que permitía mantener una superficie total holgadamente superior al millón de hectáreas.
La fiebre aftosa primero, el creciente uso de complementos alimenticios después, llevaron a que el área plantada se redujera a 400 mil hectáreas por año hasta 2008. En los últimos tres años, el riesgo climático parece ser otro factor que pesa en la decisión del productor y en los resultados, lo que lleva a que el área sembrada caiga levemente por debajo de las 300 mil hectáreas.
Como parte de una tendencia similar, los mejoramientos extensivos parecen perder importancia. De 62 mil hectáreas sembradas en cobertura en 2010 a 50 mil en 2011. Continúan una tendencia de largo plazo, ya que este tipo de mejoramientos llegó a sembrarse en más de 100 mil hectáreas cada año entre 1994 y 1999.
Al igual que con las praderas, la competencia de otras opciones parece haber jugado un papel relevante. Pero se agrega la frecuencia de sequías que han castigado a los mejoramientos y a la producción de semilla de Lotus, cuyo costo, en la mayoría de las variedades, se ha encarecido en forma importante en los últimos años.
En cambio los verdeos, que históricamente se sembraban en 200 mil hectáreas cada año y que en los momentos de auge pastoril de fines de los años 90 llegaron a 400 mil hectáreas, vienen en crecimiento sostenido.
Cayeron en las épocas de fiebre aftosa –2001 y 2002– a sus históricas 200 mil hectáreas, pero desde ese entonces no paran de crecer y cruzaron por primera vez las 500 mil hectáreas.
Naturalmente que estos cultivos tienen una proporción de invierno (mayoritaria) y otra de verano. Ambas parecen ir en crecimiento. Avena y raigrás solucionan el invierno; el sorgo y otras especies hacen su aporte en el verano.
En conjunto el área bajo mejoramientos forrajeros en Uruguay se mantiene relativamente estable en el entorno de 2,5 millones de hectáreas. Por ahora la intensificación de la producción no se basa en un aumento de la superficie con pasturas sembradas y sí en un cambio en su composición. El objetivo de lograr más persistencia en las pasturas que se siembran sigue lejano y ya que las praderas no duran más de tres o cuatro años, muchos productores optan por los verdeos que dan mucho forraje en poco tiempo o las raciones, que permiten una alimentación al ganado que no depende de lluvias o sequías.
La mirada técnica
Los  mejoramientos totales continúan aumentando y esa es una señal, opinó José García, gerente de Wrightson Pas. Por otro lado, opinó que los establecimientos lecheros están apostando más a los mejoramientos forrajeros cortos, tanto sean verdeos de invierno o de verano.
Por otra parte, la baja en la oferta de algunas especies que en otro tiempo fueron claves, como el Lotus San Gabriel, han llevado a un aumento en los precios.
Aunque las praderas han tenido protagonismo en el litoral oeste, por el avance de la agricultura continua, consideró que son protagonistas en el resto del territorio y que en el sector arrocero tiene “mucho espacio para crecer”.
Por su parte, Ariel Asuaga, agrónomo de la empresa El Sembrador, consideró que hay un problema de persistencia: “Es difícil lograr persistencia con especies templadas en un clima que no lo es. Cuando las pasturas perennes duran en promedio solamente tres años es difícil defender su ventaja productiva y económica frente a los verdeos”. Estos son percibidos como seguros frente a praderas que “se pierden” por factores climáticos.
Dijo que “a su vez las praderas se manejan privilegiando la eficiencia de cosecha de pasto sin esforzarse por aumentar la eficiencia de producción ni la de conversión”.
En términos de especies, “la especie sembrada que más persiste en muchas condiciones es la festuca, la cual se ha naturalizado. Aún falta mucho para que la gente la aprenda a usar. Otra especie sembrada persistente es Bromus catharticus, que tiene buena resiembra y se lleva bien con otra duradera como la alfalfa”.
En ese sentido, “el país no ha hecho nada por dos especies que están en la puerta de la domesticación: Paspalum dilatatum y Bromus auleticus. Habría cosas para hacer”, indicó.
Las lluvias de otoño pueden cambiar el panorama de los últimos años. En la previa a la siembra de pasturas, los suelos estarán con buena disponibilidad. Los verdeos seguramente sigan aumentando, pero es factible que las praderas empiecen un repunte a la espera de su adaptación a tiempos de agricultura continua, veranos rigurosos y uso generalizado de raciones.

http://www.elobservador.com.uy/noticia/219254/situacion-forrajera-la-apuesta-de-los-productores-es-al-corto-plazo/

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