Argentina, uno de los principales exportadores mundiales de alimentos, pretende triplicar el área bajo riego y alcanzar casi 6 millones de hectáreas en diez años, con el fin de aumentar la producción agrícola, dijo un funcionario del Ministerio de Agricultura.
Las obras buscan mejorar las cosechas de granos y frutas en regiones que hoy tienen una baja productividad por su escasa humedad, lejos de la fértil pampa húmeda que hizo mundialmente famosa a Argentina.
Actualmente hay en el país 2 millones de hectáreas bajo riego -cerca del 6 por ciento de las hectáreas productivas de Argentina-, que representan cerca del 22 por ciento de la producción agrícola total, medida en divisas, según el Programa de Servicios Agrícolas Provinciales (Prosap).
"Estamos hablando de alcanzar los 450 millones de dólares anuales en inversiones para incrementar (la superficie bajo riego) entre 300.000 y 350.000 hectáreas por año", señaló a Reuters Jorge Neme, coordinador ejecutivo del Prosap.
El funcionario explicó que las inversiones, que se realizan con fondos del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Estado nacional, serán de 230 millones de dólares este año, pero que crecerán hasta alcanzar el monto estipulado.
"Cada hectárea de riego presupone casi tres hectáreas de agricultura bajo secano. Hay mayor valor y mano de obra", dijo Neme.
Gran parte de la superficie que actualmente está bajo riego y que se planifica ampliar está dedicada a cultivos de alto valor como el olivo, la uva destinada al vino y otras frutas.
Pero además del riego integral para estos cultivos también se prevé aplicar el riego complementario (para alimentos que sólo lo necesitan parcialmente) en áreas cercanas a la pampa, para mejorar los rendimientos de granos como el maíz, del que Argentina es el segundo exportador mundial.
"Se puede aumentar un 40 por ciento el rinde del maíz con el riego complementario", aseguró el funcionario, que agregó que la soja, el principal cultivo de la nación y que ocupa una gran parte de la pampa, prácticamente no necesita de irrigación.
Las obras estipuladas comprenden canalizaciones, tomas de agua y otras obras hídricas en importantes provincias agrícolas como Santa Fe, Entre Ríos y Chaco (bañadas por uno de los ríos más caudalosos del país, el Paraná) y en muchas regiones andinas, donde es preponderante la producción olivícola, vitivinícola y frutícola.
"Argentina tiene un potencial de recursos hídricos general para regar entre 14 y 16 millones de hectáreas. Pero eso sería un objetivo óptimo. Nosotros apuntamos a regar 6 millones de hectáreas", concluyó Neme.
Las obras buscan mejorar las cosechas de granos y frutas en regiones que hoy tienen una baja productividad por su escasa humedad, lejos de la fértil pampa húmeda que hizo mundialmente famosa a Argentina.
Actualmente hay en el país 2 millones de hectáreas bajo riego -cerca del 6 por ciento de las hectáreas productivas de Argentina-, que representan cerca del 22 por ciento de la producción agrícola total, medida en divisas, según el Programa de Servicios Agrícolas Provinciales (Prosap).
"Estamos hablando de alcanzar los 450 millones de dólares anuales en inversiones para incrementar (la superficie bajo riego) entre 300.000 y 350.000 hectáreas por año", señaló a Reuters Jorge Neme, coordinador ejecutivo del Prosap.
El funcionario explicó que las inversiones, que se realizan con fondos del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Estado nacional, serán de 230 millones de dólares este año, pero que crecerán hasta alcanzar el monto estipulado.
"Cada hectárea de riego presupone casi tres hectáreas de agricultura bajo secano. Hay mayor valor y mano de obra", dijo Neme.
Gran parte de la superficie que actualmente está bajo riego y que se planifica ampliar está dedicada a cultivos de alto valor como el olivo, la uva destinada al vino y otras frutas.
Pero además del riego integral para estos cultivos también se prevé aplicar el riego complementario (para alimentos que sólo lo necesitan parcialmente) en áreas cercanas a la pampa, para mejorar los rendimientos de granos como el maíz, del que Argentina es el segundo exportador mundial.
"Se puede aumentar un 40 por ciento el rinde del maíz con el riego complementario", aseguró el funcionario, que agregó que la soja, el principal cultivo de la nación y que ocupa una gran parte de la pampa, prácticamente no necesita de irrigación.
Las obras estipuladas comprenden canalizaciones, tomas de agua y otras obras hídricas en importantes provincias agrícolas como Santa Fe, Entre Ríos y Chaco (bañadas por uno de los ríos más caudalosos del país, el Paraná) y en muchas regiones andinas, donde es preponderante la producción olivícola, vitivinícola y frutícola.
"Argentina tiene un potencial de recursos hídricos general para regar entre 14 y 16 millones de hectáreas. Pero eso sería un objetivo óptimo. Nosotros apuntamos a regar 6 millones de hectáreas", concluyó Neme.
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